Sin título
Historia creada por Pepo:
Una ama de casa llamada Paqui que esnifa cocaína y se prostituye entre los vecinos tiene una hija, Lucía, con un sacerdote paralítico del que abusa un día que estaba muy colocada. La niña va creciendo y decide cambiarse de sexo, y se ofrece a una clínica para que experimenten con ella haciéndola el primer implante fálico de procedencia animal. En este caso, el dogo "Pucho" le cede un pedazo rabo que se le pone duro todo el rato. Un día decide flagelar con la verga la cara de su padre paralítico al compás de las campanadas de la parroquia, que sacude un monaguillo bisexual que se masturba introduciéndose cirios por el ano, con la ayuda inestimable del padre Rufo, a la sazón víctima de la persecución del Vaticano, en trance de excomulgarle.
Finalmente, Lucía se harta de sacudir a su padre con la polla de Pucho, y decide follarse a su madre Paqui, que queda embarazada o, por mejor decir, preñada. Sin embargo, Paqui aborta y luego se suicida, no sin antes dejar una nota en la que acusa a Garci de sus problemas mentales, después de haberse tragado su bibliografía. Al final, trasladan a Lucía a un pueblecito de Asturias, donde pela patatas en un fogón al tiempo que se folla a un viejo canoso por el culo, mientras su nieto les observa tras una alacena. El viejo resulta ser el padre del padre Rufo, y le mete a Lucía un candil por el ojete, y ésta le come el nido a una asistenta sordomuda que, al mismo tiempo, baila con el Hula-Ho. Al final, cae una bomba atómica en el pueblo y los niños nacen con dos falos, uno de ellos metido en el recto, y son felices para siempre, aunque el perro Pucho se vuelve marica al no tener falo y entonces se lo folla el monaguillo y todos se cagan en el huerto del cura, donde está enterrado el feto seco de la Paqui, que resulta tener cara de dogo.
Una ama de casa llamada Paqui que esnifa cocaína y se prostituye entre los vecinos tiene una hija, Lucía, con un sacerdote paralítico del que abusa un día que estaba muy colocada. La niña va creciendo y decide cambiarse de sexo, y se ofrece a una clínica para que experimenten con ella haciéndola el primer implante fálico de procedencia animal. En este caso, el dogo "Pucho" le cede un pedazo rabo que se le pone duro todo el rato. Un día decide flagelar con la verga la cara de su padre paralítico al compás de las campanadas de la parroquia, que sacude un monaguillo bisexual que se masturba introduciéndose cirios por el ano, con la ayuda inestimable del padre Rufo, a la sazón víctima de la persecución del Vaticano, en trance de excomulgarle.
Finalmente, Lucía se harta de sacudir a su padre con la polla de Pucho, y decide follarse a su madre Paqui, que queda embarazada o, por mejor decir, preñada. Sin embargo, Paqui aborta y luego se suicida, no sin antes dejar una nota en la que acusa a Garci de sus problemas mentales, después de haberse tragado su bibliografía. Al final, trasladan a Lucía a un pueblecito de Asturias, donde pela patatas en un fogón al tiempo que se folla a un viejo canoso por el culo, mientras su nieto les observa tras una alacena. El viejo resulta ser el padre del padre Rufo, y le mete a Lucía un candil por el ojete, y ésta le come el nido a una asistenta sordomuda que, al mismo tiempo, baila con el Hula-Ho. Al final, cae una bomba atómica en el pueblo y los niños nacen con dos falos, uno de ellos metido en el recto, y son felices para siempre, aunque el perro Pucho se vuelve marica al no tener falo y entonces se lo folla el monaguillo y todos se cagan en el huerto del cura, donde está enterrado el feto seco de la Paqui, que resulta tener cara de dogo.
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